Me refiero a ese email que todos enviamos alguna vez (con copia a media empresa) planteando algo “superimportante” que no le importa a nadie excepto a nosotros.
Sabemos que provocará la reacción de 10 personas que devorarán 2 horas de nuestra jornada y nada va a cambiar.
Lo sabes tú.
Lo sabe el director general.
Y lo sabe el barista del Starbucks de la esquina.
Si lo sabes, no abras ese melón.
Invertimos ingentes cantidades de energía para autoconvencemos de que:
–Cada email es necesario.
–Esa bronca es imprescindible.
–Que los idiotas descubran que lo son, es nuestra misión.
No hagas eso. No abras melones.
Te acostumbras a vivir ahí, y ya no ves otra cosa.
La salud mental empieza por no presionar el botón “enviar”, salvo que sea vital.
Warren Buffet lo explica así:
“Es más fácil no meterse en problemas, que salir de ellos”.
Es sabiduría ancestral y, hoy en día, todo un arte:
·Evitar emails, chats y discusiones innecesarios.
·Abandonar todo intento de tener razón en pequeñeces.
·Dejar que los idiotas sigan su camino.
Esto es algo que me obsesiona: que nadie decida si voy a tener, o no, un buen día.
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